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Entra por la ventana aire transparente que taladra el pensamiento con clavos, como sueños no cumplidos; sueños interminables vueltos pesadilla con cada repetición de algo mínimamente parecido a lo de siempre que repta por las paredes haciendo muecas a las soledades impuestas por la falta de palabra.
Palabra hueco donde esconder el tedio matutino hasta que el alba se confunda con la tarde y el día engendre un sinnúmero de días infinitamente parecidos, en crecimiento constante.