Tal vez por apatía de mi mismo juego a medias con las luces del desierto construido alrededor de esa nada que crece como en aquellos cuentos que, al ser leidos tantas veces, cambiaron de forma con el paso de los años hasta volverse uno y todo entre las sombras móviles derramadas alrededor de una vela, finita como el humo que me queda por vivir.
En las entrañas del abandono queda perdida la mirada buscando palabras que hagan el hueco menos vacío y más parecido a algo algún día descubierto y olvidado sin otra razón que seguir sumando tiempo a los segundos en este tramo de escalera esperando un momento como aquel; cuando se hizo real que la imaginación puede volar y que algunas veces lo hace sin el peso de los nérvios ante una posible caida de las nubes.
En las entrañas del abandono queda perdida la mirada buscando palabras que hagan el hueco menos vacío y más parecido a algo algún día descubierto y olvidado sin otra razón que seguir sumando tiempo a los segundos en este tramo de escalera esperando un momento como aquel; cuando se hizo real que la imaginación puede volar y que algunas veces lo hace sin el peso de los nérvios ante una posible caida de las nubes.
